Alejado de los grandes focos, del marketing y de las grandes
campañas publicitarias resiste (todavía y siempre, como dirían en Astérix y
Obélix) el deporte de barrio, la verdadera esencia del deporte.
El deporte de barrio es todo aquel deporte que se practica
en nuestras calles, nuestros parques, nuestras plazas… En definitiva, fuera de
casa y de manera no profesional o semiprofesional. No es una definición difícil
puesto que todos hemos pasado alguna vez largos ratos disfrutando del deporte
bien con nuestra familia o con nuestras amistades. Ahora bien, no todos saben
valorar la importancia de practicar deporte de esta manera.
Bajo mi punto de
vista, el deporte de barrio es algo fundamental y de incalculable valor. Aparte
de los ratos de ocio que proporciona, jugar en la calle crea potentes vínculos
con aquellos con los que se juega, pudiendo nacer incluso grandes amistades.
Centrándonos en los niños, la calle enseña a respetar, a
ganar, a perder, a tener ilusión… Hace que todos nos sintamos grandes ídolos de
masas por un momento y también todo lo contrario. Es por ello, por todo lo que
nos enseña y nos regala, por lo que considero esta modalidad como algo
imprescindible y por lo que lamento el creciente descenso de esta práctica en
los niños. Los parques y campos improvisados están cada vez más abandonados
debido a que los niños, bien sea por su horario extraescolar o porque prefieren
pasar el tiempo con una videoconsola, no acuden a ellos.
En los mayores la cosa cambia, aunque tampoco en exceso. A
los adultos o adolescentes les sirve para despejarse, para aclarar sus ideas,
para sentirse completos… Tal vez no nazcan amistades tan fructíferas como en la
inocencia de la niñez pero siguen creándose vínculos a tener en cuenta, tanto
positivos como negativos. Es aquí donde puede aflorar el talento y, aunque ya
no llegues a deportista de élite, al menos puedes ganarte el respeto y la
admiración de cuantos compiten a tu lado. Además resulta curioso ver la
pasarela de camisetas que se despliegan en estos encuentros. Camisetas y
pantalones de hace años son las
vestiduras más típicas de estos paisajes, siendo algunas de ellas auténticas
reliquias. Aparte, también puedes ganar dinero: algunos grupos de personas, en
general latinos por mi experiencia propia, juegan partidos por dinero, aunque
no cantidades desorbitadas. A pesar de los piques en la cancha o de algún roce,
el código de honor se impone y todos los que resultan derrotados abonan la
cantidad pactada al término del encuentro. El respeto, como se ve, sigue imperante.
Por todas estas experiencias considero el deporte de barrio,
el deporte de la calle, como algo verdaderamente importante. Aunque lo
desconozcamos, los niños aprenden y crecen y a los más adultos nos despeja y
nos llena de manera similar a como lo hace el deporte profesional.
Luchemos para que
esto se siga practicando, para que los niños bajen al parque a convertirse en
Messi o Cristiano Ronaldo, para que los adultos olviden momentáneamente las
facturas. Esforcémonos para que el deporte de barrio siga con nosotros.
Me ha encantado.
ResponderEliminarEsta modalidad es la que mejor envuelve la esencia del deporte. Actualmente, se está perdiendo. Los chavales han cambiado el quedar para jugar en el parque por quedar para jugar a la play en sus casas.